Reconociendo la Ciclidad Femenina

Reconociendo la Ciclidad Femenina

“El valor que le damos a nuestra menstruación está directamente relacionado con el valor que nos damos a nosotras mismas”. Lara Owen.

Con esta inspiradora frase iniciamos un viaje hacia el reconocimiento y la reconexión con nuestra Ciclicidad Femenina. En este primer artículo encontrarás información imprescindible para adquirir o rememorar conocimientos básicos de nuestra biología femenina, pero no nos detendremos ahí, nuestra búsqueda y mirada será cada vez más profunda y holística, ahondaremos y pondremos en valor temas relegados, como los alcances psicológicos, emocionales, incluso espirituales relacionados a nuestro ciclo, con el fin de alcanzar una comprensión respetuosa, amorosa y tan rica como lo es la propia realidad del ser mujer.

Las 4 fases del ciclo menstrual; desafíos y recompensas

Sin duda hay una Fase del Ciclo Menstrual que a lo largo del tiempo ha adquirido un papel protagónico; la fase de Menstruación, sin embargo, durante un ciclo menstrual el cuerpo de la mujer pasa por 4 Fases Hormonales: Menstrual, Folicular, Ovulatoria y Lútea, es importante destacar en esta primera instancia que la menstruación es una consecuencia de la ovulación, es decir, tu menstruación llegará siempre y cuando hayas ovulado.

Si bien la fase Menstrual es la más reconocible, adquiere especial relevancia para nosotras el reconocer las fases de nuestro ciclo completo¿Por qué? Porque nos permite adoptar medidas de autocuidado de acuerdo a las necesidades específicas de la fase que estamos transitando, como la nutrición o el descanso, e incluso nos permite adquirir herramientas para abordar de manera consciente nuestra fertilidad, en el más amplio uso de la palabra.

Un ciclo sano atraviesa 4 importantes procesos, que tienen como principales protagonistas a nuestros ovarios y a las variaciones hormonales.


¿Qué pasa en mi cuerpo y cuánto dura cada fase del Ciclo Menstrual?

Menstrual: dura de 3 a 7 días. Fase en que se presenta el sangrado, variará en duración e intensidad de acuerdo a la mujer.

Folicular: dura de 7 a 10 días. Comienza justo después de la menstruación. En esta fase que toma casi dos semanas, nuestros folículos ováricos inician el camino hacia la ovulación.

Ovulatoria: dura 3 a 5 días. La ovulación ocurre un día del mes, pero su período imponente puede durar hasta 5 días.

Lútea: dura de 10 a 14 días. Si no se produce fecundación, el cuerpo se prepara para dar paso a la menstruación y a un nuevo ciclo.

Si eres una adulta sana esto se traduce en un ciclo de 21 a 35 días. El promedio son 28, pero no es la norma, en la adolescencia por ejemplo, el ciclo es más largo ya que la Fase Folicular puede durar más, hablaremos por lo tanto de un ciclo regular sano de entre 21 y 45 días de duración. Para determinar la duración de un Ciclo Menstrual se cuenta desde el día 1 del sangrado intenso, hasta el siguiente día 1 de sangrado.


El autocuidado en cada Fase del Ciclo Menstrual

 

Fase Menstrual

Corresponde al período en que se presenta el sangrado, que se genera por la descamación del revestimiento interno del útero (endometrio) cuando no se ha producido fecundación del óvulo y los niveles hormonales de Estrógenos y Progesterona caen.
Como medida de autocuidado es imprescindible contar con una adecuada nutrición, asegurando la ingesta de alimentos ricos en hierro, fibras y en omega 3, como frutas, verduras, nueces, linaza, chia. Beber infusiones de hierbas que además de mantener el calor corporal se transformarán en útiles aliadas contra síntomas como el dolor, la retención de líquidos, la inflamación, el cansancio o la ansiedad, la manzanilla, lavanda, jazmín, son algunos excelentes ejemplos. Sostener el descanso que nos pida el cuerpo y proporcionarnos horas de sueño de calidad.

 

Fase Folicular
En esta etapa identificamos la presencia de la Hormona Folículo Estimulante, que es liberada por la hipófisis para promover el crecimiento de los folículos (cada folículo contiene un óvulo). Debemos comprender que un ciclo sano comienza con folículos sanos y que la vida útil de un folículo es mayor a 2 ó 3 semanas, los folículos comenzaron su crecimiento con meses de anticipación, pues tardan 100 días en madurar. Si no se conservan saludables durante este proceso, se puede generar un problema que se visualizará meses más tarde.

Para contribuir a nuestro bienestar, en esta fase se recomienda disminuir el consumo de grasas e incrementar el de carbohidratos ya que los que requeriremos, toleramos y procesaremos mejor, por ejemplo: arroz integral, avena, quinua. Beber infusiones de efecto energizante o estimulante, como el jengibre, yerba mate, té negro, té verde, té especiado o Masala Chai. Podemos incorporar ejercicio o actividad física moderada-alta.

 

Fase ovulatoria
Se presenta un Folículo Dominante que estimula la producción de Hormona Luteinizante, lo que desencadenará la ruptura del folículo y liberación del óvulo, esto es un todo o nada, en esta etapa se ovula o no. El óvulo será liberado y enviado a las trompas uterinas donde podrá ser fertilizado o no. Los folículos restantes, aún en el ovario, serán reabsorbidos por este. Durante esta fase el nivel de Estrógenos se encuentra en su máximo y el de Progesterona comienza a elevarse.

En esta etapa nos sentiremos dispuestas al desarrollo de actividad física que demande más esfuerzo, más propensas a la vida social y por ende requeriremos más energía. Para cuidarnos ayudaremos a mantener nuestro metabolismo activo. Es aconsejable comenzar a disminuir la ingesta de carbohidratos e incorporar alimentos ricos en hierro (semillas, frutos secos) y fermentados. Beber infusiones que nos ayuden a mantener nuestros niveles de actividad, de efecto energizante, estimulante o depurativo, como la canela, cola de caballo, jengibre, té negro, té verde, té especiado o Masala Chai.

 

Fase Lútea
Esta es la etapa cúlmine de los 100 días del viaje del folículo. Luego de la liberación del óvulo, nos encontramos con un folículo vacío que se convierte en una glándula llamada “cuerpo lúteo” y que libera grandes cantidades de Progesterona, la que en conjunto con los Estrógenos prepara (engrosa) el endometrio para un eventual embarazo.

En esta fase es común el cambio de apetito o los “antojos”, como medida de autocuidado se recomienda disminuir al máximo el consumo de carbohidratos y procurar la ingesta de grasas y calorías sanas, alimentos ricos en hierro, magnesio, fibra y proteínas de calidad, algunos ejemplos son: palta, quesos, frutos secos, chocolate negro (con alto porcentaje de cacao), plátano, legumbres. Beber infusiones que contribuyan a mantenernos en equilibrio y a contrarrestar síntomas que ya hemos examinado como la retención de líquidos, hinchazón, cansancio o ansiedad, las infusiones de manzanilla, anís, salvia, hinojo, cúrcuma serán grandes aliadas. Será importante procurar una buena salud intestinal como medida de prevención ante la posible aparición de problemas de tiroides, al encontrarse vinculados en composición e intercambio de mensajes hormonales.


Finalmente, si no se produce la fertilización del óvulo, el cuerpo lúteo se descompondrá, los niveles de Estrógeno y Progesterona disminuirán y se dará paso a la menstruación y al inicio de un nuevo ciclo.

Habrás notado que la búsqueda de un ciclo sano está estrechamente ligada a una alimentación balanceada, que nutra, procura no consumir alimentos extremadamente procesados, evita bebidas envasadas, consume alimentos e infusiones que marquen bienestar, y ten en cuenta que no sólo nos nutrimos de los alimentos y bebidas que ingerimos, también nos nutrimos de lo que habitualmente hacemos, vemos, escuchamos…Por eso, resguarda tu desarrollo físico, psicológico y emocional, somos mujeres, cíclicas como la luna, reconozcámonos y abracémonos cada día.

 

Paola Aguilera.
Especialista en Método Sintotérmico, Pedagoga Menstrual y Doula de Aborto.
Instagram: DesdeLaMatriz

¿Te gustó este artículo? ¿Conoces a alguien que quiera iniciarse en el viaje del autoconocimiento? ¡Entonces compártelo!

Seguiremos viajando, espera nuestro siguiente artículo.

Influjos de la Luna

Influjos de la Luna

El cambio es el ritmo natural de universo, por lo tanto de la naturaleza y del hombre. Antiguamente, este el vínculo entre el hombre y la naturaleza se hacía mucho más presente, no es sorpresa que nuestros antepasados se basaran en la observación del firmamento para marcar estaciones y tiempos, para dar paso a la navegación o que utilizaran el ciclo solar y lunar como guías para la práctica de agricultura, clave para la sobrevivencia. Los astros llegaron a ocupar un lugar muy importante en la religión de algunas culturas, la Luna además, revisitó especial significado para la mujer, puesto que las cuatro principales fases lunares (nueva u oscura, creciente, llena y menguante) coinciden con las fases del período menstrual; así como la Luna tarda alrededor de 28 días en dar una vuelta completa a la Tierra, el ciclo menstrual de la mujer es de aproximadamente 28 días. Dicho conocimiento se traspasaba a través de historias y se realizaban ritos, para que desde pequeñas las mujeres incorporaran la compresión y la consciencia de su ciclicidad femenina, natural y sagrada.

Hoy en día, sobre todo quienes formamos parte de la cultura occidental, solemos desatender los cambios tanto externos como internos, físicos y sutiles a los que estamos expuestos. Vivimos muchas veces en desarraigo de la naturaleza considerándonos algo distinto y separado de ella, relegando los ritmos, procesos y ciclos naturales a un último plano meramente utilitario, lo que supone un vacío y una pérdida de bienestar. A pesar de todo, somos incapaces de eludir el carácter cuaternario que rige todo lo que nos rodea: “son cuatro las estaciones del año, las fases lunares, los cuartos de hora, los elementos básicos del planeta…” etc.

Actualmente, se ha demostrado que debido a la atracción que ejerce sobre la Tierra, la Luna afecta a las mareas, las prácticas de la agricultura y también al cuerpo humano (compuesto por un gran porcentaje de agua), por otra parte, por si la sabiduría de nuestros ancestros, la propia espiritualidad o intuición no bastaran, la neurociencia ha demostrado que la Luna también afecta las emociones, pues las fases lunares se encuentran relacionadas con la producción de determinados neurotransmisores básicos, de esta forma, nuestro cuerpo, emociones y energía irán fluctuando a lo largo del mes junto con el ciclo lunar. Sin duda esto último constituye un aporte fascinante a la comprensión del vínculo entre Luna y humanidad, y para abordarlo con el detalle necesario será materia de un próximo artículo.

Que elevar la mirada hacia el cielo y observar a diaro este cuerpo celeste, sea una invitación a conocer mejor nuestra naturaleza, ser conscientes de los cambios y las cualidades de cada momento, para fluir en conexión y amor y así crear nuestra propia sanación.

Conócete…Ámate…Elévate
Namasté.